En noviembre de 2017, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), proclamó al 23 de septiembre como Día Internacional de las Lenguas de Señas, a observarse cada año a partir del 2018. La conmemoración de este día tiene la finalidad de promover la conciencia sobre la importancia de la lengua de señas en cada sociedad.
Este día es una oportunidad única para apoyar, proteger y trabajar juntos personas sordas y oyentes de cada país por la identidad lingüística y la diversidad cultural de todas las personas sordas y otros usuarios de la lengua de signos.
La Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad reconoce y promueve el uso de las lenguas de señas como una vía de comunicación entre sordos y oyentes. Además, establece que tienen el mismo estatus que las lenguas habladas y obliga a los estados partes a que faciliten el aprendizaje de la lengua de señas y promuevan la identidad lingüística de la comunidad de las personas con este tipo de discapacidad.
Según la Federación Mundial de Sordos, hay alrededor de 72 millones de personas con discapacidad auditiva en todo el mundo. Más del 80 por ciento vive en países en vías de desarrollo. Asimismo, se utilizan más de 300 diferentes lenguas de señas.
En El Salvador, la Lengua de Señas, se encuentra establecida en la Ley de Educación y, en la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural, siendo reconocidas La Lengua de Señas Salvadoreña (LESS), Lengua de Señas Americana (ASL), como las principales alternativas para la comunicación. Sin embargo, no son reconocidas en la Constitución de la República, para que sea accesible para todos.
El desconocimiento de los métodos de comunicación incluso entre familiares hace aún más difícil la construcción de una cultura inclusiva para los sordos. Dejando como resultados la exclusión y la falta de oportunidades en la educación, trabajo y otras actividades.”
Esto deja un reto a superar en el avance legal para la implementación de la Lengua de Señas, como una forma correcta en las instituciones educativas, en el trabajo, lugares públicos, entre amigos y familiares sin la existencia de ninguna barrera de comunicación.
No entender la comunicación de las personas sordas impide su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad y equidad de condiciones con las demás.