En El Salvador, 410,798 salvadoreños tenemos algún tipo de discapacidad, es decir que presentamos deficiencias físicas, sensoriales, auditivas, visual o intelectual.
Aunque, si hablamos de defectos o deficiencias díganme ¿Quién no tiene defectos? ¿Quién no tiene el cabello más corto que otros? ¿Quién no tiene un brazo, una oreja o un pie más grande que el otro?
La discapacidad, es un tema que no se va a tocar con frecuencia entre las conversaciones de la sociedad. Todavía es considerado como un tabú, considerado “diferente” a lo “normal”
Pero ¿Por qué existen prejuicios sobre las personas con discapacidad?
A los seres humanos se nos hace muy fácil juzgar y excluir a otros incluso antes de conocerlas, solo por su aspecto físico, cultura, religión, posición económica, edad, genero, en fin, solemos juzgar por creer que otros son diferentes.
Así sucede también con las personas con discapacidad, de quienes históricamente se nos ha discriminad, y etiquetado como seres débiles, enfermos y dependientes de otros, por creer que la condición física, sensorial, motriz, visual o auditiva hacen la discapacidad.
Pero en realidad la discapacidad radica en las barreras debidas a la actitud de las personas y al entorno que evitan la participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.
Hablar de discapacidad es de suma importancia para asumir el reto cambiar los conceptos negativos que existen sobre la discapacidad, para que no existan más barreras, para recordar que todos somos iguales, que todos tenemos la libertad de expresarnos, de desplazarnos, de aportar, de ser respetados, de que se nos brinden oportunidades para un mejor desarrollo.
Al hablar de discapacidad no se buscan beneficios por nuestra condición, sino la igualdad de condiciones para todos sin exclusión ni preferencias.