Un amor verdadero

A lo largo de mi vida me podido dar cuenta cómo las amistades más duraderas han roto en algún momento, cómo algunos de nuestros mismos familiares nos daban la espalda y cómo el amor por esa persona que creía seria para siempre se deshacía entre la rutina y los desacuerdos.

Pero a pesar de todo eso no significa que no existe una amistad verdadera, alguien que siempre este contigo o un amor verdadero que dure toda la vida.

En mis veintiséis años siempre ha estado conmigo una persona que desde antes de nacer ya me demostraba su amor verdadero, ya me acompañaba en la lucha por la vida, una persona que siempre ha estado a mi lado cuando he llorado, cuando he reído, cuando me he caído y cuando me he levantado, cuando he pasado los peores y los mejores momentos de mi vida. Esa persona es mi madre.

Mi mamá es mi mejor amiga, mi doctora, mi chef, mi consejera, mi maestra de la vida y por siempre mi acompañante hasta que Dios nos de vida.

Gracias te doy mamá por enseñarme que caminar y correr no solo es para algunas personas, sino para todo aquel que lo desee y busque los medios para hacerlo.

Gracias mamá porque con tus abrazos, tus caricias, tus palabras me brindas la seguridad y la fortaleza que muchas veces he perdido.

Gracias mamá por pasar noches enteras orando y velando por mi cuando yo estaba en un problema o cuando estaba enfermo.

Gracias mamá porque, aunque no pude cumplir tu sueño de ser doctor, aun así, me ayudas en mi sueño por ser comunicador.

Gracias mamá por tu verdadero e inmenso amor, gracias por darme la vida, por el regalo de ser mi madre porque para mí ha sido un privilegio ser tu hijo.